Una noche cotidiana
Saliste de la escuela temprano te fuiste al trabajo: ese call center que explota mujeres jóvenes, estudiantes... Alrededor de las once de la noche corriste al metro para alcanzar el transporte a casa. Subiste cansada, con miedo... olía a mierda... y a miedo. Había lugares en el vagón. Te sentaste. Cansada. Mirada fijada en la ventanilla. Reflejo de tu rostro. Un tipo se sentó a tu lado. Lo supiste por su olor y por sus manos colocadas cerca de tus piernas. Ese tipo hedía lujuria. Tu cuerpo sintió miedo. Más que miedo. No miraste su cara. Sólo veías sus manos a través del cristal, rayado. Comenzase a sentir deseos... querías matarlo... pero tenías miedo. Apretaste los puños. Esperabas la siguiente estación. Bajarías corriendo. Su olor era asqueroso. Se abrieron las puertas. Saliste sin voltear. Corriste. Corriste. Corriste tan rápido como tus piernas nerviosas lo permitieron. Sentiste miedo... pero corriste corriste corriste