¿Amor hegemónico?

Le duelen las piernas al amor hegemónico.

No sabe a dónde caminar ni dónde descansar.
Simula su apasionamiento oliendo rosas azules.
Hace una mueca al escuchar las cinco letras obligadas
y las repite inmediatamente. Por hábito, por eufemismo.
No importa si mañana no hay intercambio de miradas,
de saberes o siquiera una caricia sufragada.

Le duelen las piernas al amor hegemónico.

En la bitácora de viaje se acumulan los kilómetros andados,
se definen las rutas de la "dama" que sigue a su "hombre".
Se guardan los tickets de arrendamiento manchados,
silentes, llenos de vergüenza...melancólicos.
Los sueños dibujados, aparecen con huellas ajenas.
El despojo les robó la imaginación,
a cambio tienen una rúbrica valuada en algunos pesos.

Le duelen las piernas al amor hegemónico.

Se atreve. Corre con las manos palpitantes y el corazón agitado.
Cae ante la menor provocación de liberación. Sangra.
Repite en cada zancada "debo obediencia al sistema patriarcal".
Se detiene.
Sonríe.
Llora.
Camina.
Se despoja.

Le duelen las piernas.

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